1 Jesús, tu dulce nombre recrea el alma mía
y suena en mis oídos cual célica armonía.
Con tal vigor quisiera poderlo proclamar,
que todo el universo lo oyera resonar.
2 Riquezas mi deseo fuera de ti no alcanza;
Tú sólo mi delicia, Tú sólo mi esperanza.
Las joyas tan buscadas con ansiedad febril,
a ti son dies vanos, y el oro polvo vil.
3 Cuanto de bello y grande codicie mi deseo,
en tu bondad divina de sobra lo poseo.
Ni es cara a mis ojos del sol la claridad,
ni al corazón tan dulce la más pura amistad.
4 Tu gracia bienhechora hizo en mi pecho estancia,
y en Él copiosamente esparce su fragancia;
el bálsamo más noble a todo, su dolor,
y a todos sus cuidados el remedio mejor.
5 Las glorias de tu nombre proclamaré contento,
mientras el suelo habite y en el postrer aliento.
Entonces en tus brazos tendré vida eternal,
pues eres de la muerte antídoto inmortal.
Source: El Himnario Presbiteriano #37